Hijos de Babel

En la estación del tren
pasaron sin querer
los años de su infancia.
Rita tuvo que crecer,
ser una mujer
sin muñecas
ni cumpleaños con guirnaldas.

No pudo tener
esa ilusión
de ser la niña
que todos mimaban.

No, no pudo ver
con emoción
aquella madre
que tanto deseaba.

Tan sólo un perro fiel
la sigue entre sus pies,
su ángel de la guarda.
Rita duerme en un andén
tapada con papel
cuando hay frío,
cuando llueve y hay escarcha.

Hoy me duele ver
su corazón
y la tristeza
que hay en su mirada.

No, no quieren ver
y es lo peor
la indiferencia
que hay en tantas almas.

Mira qué estupidez,
no pide nada,
sólo quiere tener
amor.

Queriendo o sin querer
la gente no la ve
y pasa apresurada.
Rita aún no perdió la fe
y aún sueña amanecer
en una cama
con un príncipe en su almohada.

Hoy me duele ver
su corazón
y la tristeza
que hay en su mirada.

Mira qué candidez,
no pide nada,
sólo quiere tener
amor.