Hugo Bistolfi

Al subir a la nave el último hombre, deja atrás la historia en el planeta Tierra, en este momento se inicia una nueva etapa de la humanidad en su Viaje al Cosmos.

A partir de ahora, el remanente cósmico tanto del plano superficial como algunos habitantes de las ciudades intraterrenas, comienzan su viaje para llegar al nuevo planeta llamado Tierra II-La Esperanza.

Son 144.000 viajeros, todos tienen en su ADN la genética reveladora que se había depositado en el planeta miles de años atrás y que cada uno por sus acciones realizadas y altos valores había recibido.

La Nave ha sido enviada por los comandantes del amor desde el nuevo mundo que han descubierto y telepáticamente la dirigirán hacia ese destino.

En este trayecto reciben la visita de los Maestros Cósmicos que habían pasado por el antiguo planeta, ellos se harán presente recordando las enseñanzas que han transmitido a través de los siglos. A su vez los viajeros están capacitados para recibir las claves de la sabiduría, cada uno tiene en su conciencia la chispa divina de haberse elegido así mismo para esta misión, trabajando positivamente en el bien y en el amor incondicional, conectándose a la sinfonía cósmica.

Todos los viajeros transmiten su luz y van logrando que ingresen en sus chacras a través de los mensajes de los Maestros Espirituales los códigos más elevados, entendiendo los verdaderos símbolos que no son de sufrimiento y dolor como habían querido implantar corporaciones en la Tierra difamando y confundiendo a veces las misiones de estos Maestros a través de religiones, sino que son de alegría, abundancia, creatividad, belleza y con un sentimiento pleno de felicidad, adoptando esta conciencia llenos de amor y fraternidad celestial entre los seres, aceptando la llama sagrada de entrada al nuevo estado de conciencia.

Durante el viaje los pasajeros han asumido el proceso a esta nueva vida, siguiendo en la misma frecuencia de las grandes señales activando totalmente “El Nuevo Ser Humano”