Miguel Cantilo

Levanta la cabeza fatigada
Si te falta vigor o voluntad
Que tu peso te clave de rodillas
En la tierra bregada sin parar de arar de sol a sol

Apoyándote sobre los talones
Como quien va a decir una oración
Recorre con tus ojos la montaña
Hasta el punto candente de ese sol

Alabado seas en los altares
Donde siempre nieva y siempre sales.

Alabadas cumbres de manantiales
Alabada tierra que cultivo
Aire que respiro y me toca el canto de los teros
Alabado cielo, alabado sol.

Cuando partas el tronco del invierno
Y te estalle su cuerpo en la mitad
Agotado el hacha en la madera
Reposa tus sentidos a volar.

Desnudando los árboles resecos
Una música rota cambiará
El anciano pellejo de corteza
Por la tersa madera vegetal.

Alabada seas madera virgen
Que tu piel nueva y ya no vive.

Resucita plena del árbol muerto
Alabados troncos asoleados y metalizados
Acaso brillan en el suelo
Alabado fuego mañana serán.

A la noche del sur y de la siembra
Con el frío pesándote en la piel
Apretando en tus músculos el hambre
Llegarás hasta donde tu mujer.

La fogata le peina las caderas
Y sus ojos se ven en combustión
Ella tiene comida y un secreto
Que echa fuego debajo de su voz.

Alabada seas enorme luna
Compañera buena como ninguna.

La fogata quema en tu pupila
Y tu ropa verde campesina me alucina
Tu pañuelo en el pelo
Alabado celo, alabado amor.