Serrat y Sabina

Aquí peleó Monzón
con la “Su” de juez y parte,
aquí se cruzó Eva Duarte
con el Coronel Perón.
Aquí traigo mi canción
en la dulce compañía,
que en calle Melancolía
nos enseñó a fantasear,
a tantos cuerdos de atar
con Penélope y Lucía.

Esta es un alma bendita,
tan fiero como se ve,
que no lo engañen a usted
con clichés y figuritas.
Dulce como una masita,
frágil como una preñada,
su aspecto es pura coartada,
canta por amor al arte,
y la guita la reparte
con muchachas descarriadas.

Tú, tan águila real,
yo, tan gorrión sin nido,
tú, enemigo del olvido,
yo, amigo de recordar.
Cargando una cruz impía
que me trepanaba el cráneo,
en un arranque espontáneo
uní tu suerte a la mía,
yo también, no lo sabía,
nací en el Mediterráneo.

De lobo de mar tú tienes
esa remera que ayer
la santa de tu mujer
te compró en La Saladita.
Marino de calesita,
malandra de melodrama,
guardián de tu mala fama
y tu leyenda de cuajo,
se iría todo la carajo,
si te vieran en pijama.

No me apuntes con el dedo,
no me claves alfileres,
yo quiero a los que me quieren
y a nadie le tengo miedo.
Cuando me pones deberes,
no me los banco ni en pedo,
si tú reinas en poeta,
yo canto en pijama Artelis,
si vos bailás con Tinelli,
yo me río con Olmedo.

Qué gran tipo Alberto Olmedo,
y permítame un apunte,
dónde canta usted, si el subte
no llega a Vicente López.
Demos vuelta ya al galope,
dos hombres y un desatino,
retomemos el camino
de reírnos de los egos,
somos un par de gallegos
de corazón argentino.