Leo Mattioli

A esos padres... que perdieron el fruto del amor...
La esperaban de la escuela, a eso de las seis.
Se hicieron las nueve y ella sin aparecer.
Salieron desesperados a buscar a su hija
que ellos lo dan por seguro, que no estaba perdida.
Luego hubo una llamada diciéndoles
donde llevar el dinero para ver a su hija.
Pasaron semanas y ella seguía secuestrada
con los ojitos y manitos y pies ataditos.
Yo les pregunto a toda esa gente si no tienen hijos,
hermanos, si pueden dormir por las noches tranquilos.
Yo me pregunto porque en este mundo
puede haber tanta maldad, si nacimos para amar.
Eso lo ha dicho Dios, y eso esta escrito.
En la casa donde la niña vivía, carteles, rosarios,
flores la gente dejaba.
A sus padres nadie les decían nada
y aunque esperaban lo peor,
solo querían encontrarla,
y se preguntan que mal habrán hecho.
Eran buenos vecinos y fueron excelentes padres,
para pasar esto.
Y solo esperan alguna noticia
y empezar de nuevo otra vida.
Pero se llevarán en su corazón el más triste recuerdo.
Yo les pregunto a toda esa gente si no tienen hijos,
hermanos, si pueden dormir por las noches tranquilos.
Yo me pregunto porque en este mundo
puede haber tanta maldad,
si nacimos para amar.
Eso lo ha dicho Dios, y eso esta escrito.