Artista

Chavela Vargas

LA VIDA DE CHAVELA VARGAS

Su vida fue absolutamente desastrosa y a la vez extraordinaria. Recordamos a Chavela Vargas en el aniversario de su partida.

Isabel Vargas Lizano nació el 17 de abril de 1919 en San Joaquín de Flores, Heredia, Costa Rica. Sus padres, Francisco Vargas y Herminia Lizano se divorciaron y la dejaron a cuidado de sus tíos. Su infancia no fue fácil. Sufrió el abandono de sus padres y contrajo poliomielitis, una enfermedad infecciosa infantil que afecta al sistema nervioso.



A sus 17 años emigró a México, en donde residió hasta su muerte. En la capital mexicana comenzó a incursionar en la música ranchera, género musical hasta entonces machista. Su suerte cambió cuando fue descubierta por el compositor José Alfredo Jiménez, quien paseaba con su mujer por una avenida de la Ciudad de México, en donde Chavela cantaba con su guitarra.



EL CABALLO BLANCO

El compositor y la cantante se convirtieron rápidamente en amigos de copas y parrandas en Garibaldi, plazuela de festejos frecuentada por mariachis y cantores.


"Chavela, vámonos en mi caballo blanco por Insurgentes".

“Un día me dice: "Chavela, vámonos en mi caballo blanco por Insurgentes". Y yo, pensando: "¡Pero, qué absurdo!, un caballo blanco en la avenida más grande de la ciudad". Era absurdo. "¿Dónde está? ¿Cómo de que un caballo por Insurgentes? Nos vamos a matar", le dije. Se resbala el caballo y se mata uno. Pero no era un animal, era su Ford blanco, un modelo que estaba muy de moda en ese entonces y al que traía todo desecho. Un día, salimos de Guadalajara hacia Tijuana en el caballo blanco y al primer choque él escribe que su caballo "llevaba todo el hocico sangrando". Y cuando se nos poncha una llanta es cuando en el corrido dice "que cojeaba de la pata izquierda". Pobre caballo, lo que tuvo que aguantar de esos borrachones que éramos.” (Chavela Vargas, "Las verdades de Chavela").

A finales de los 50s Chavela ya era reconocida internacionalmente. Cantó en la boda de Elizabeth Taylor y Michael Todd, en donde conoció artistas cómo Ava Gardner, Rock Hudson y Grace Kelly. En esa época nace su amistad con el muralista Diego Rivera y su mujer Frida Kahlo.



Grabó su primer álbum titulado “Noche de Bohemia” en 1961. El mismo fue producido por José Alfredo Jiménez y contiene varias de sus composiciones. Cuentan que cuando su amigo falleció, Chavela llegó borracha al velorio y se dejó caer junto al cajón, llorando y cantando. Varias personas intentaron sacarla pero la viuda de José Alfredo no lo permitió y dijo: “Déjenla, que está sufriendo tanto como yo”.

"Pasaron horas y la mujer, ausente a todo lo que la rodeaba, seguía cantando recostada en el ataúd. Cuando acabó con la primera botella sacó la que llevaba en el otro bolsillo. Era ya de madrugada cuando se incorporó y, sin despedirse, se fue caminando sola, tan sola como había llegado. Esa mujer era Chavela Vargas.” (Manuel Arroyo-Stephens).


“Pasé veinte años borracha y la gente se olvidó de mí. Me tomé cuarenta y cinco mil litros de tequila”.

A fines de los 70s, en pleno éxito comercial, Chavela se fue retirando del mundo artístico y, sumida en el alcohol, se fue adentrando en la miseria. Por más de dos décadas nadie supo de su paradero. A mediados de los 80s algunas personas aseguraban haberla visto bebiendo en una cantina de CuernavacaCiudad de México, pero nadie pudo corroborar estos encuentros con el fantasma de Chavela. A finales de la década, se la daba por muerta.

RESURGIR ENTRE LAS CENIZAS

Su vuelta triunfal fue de la mano de Pedro Almodóvar, quien la tomó como intérprete de cabecera para sus películas. A principios de los 90S, ZLa Chamana había superado su alcoholismo y regresó a los escenarios. No volvió a beber hasta su muerte.



Una noche de abril de 1993, Chavela Vargas se presentó en la Sala Caracol de Madrid en un memorable concierto que la coronó en toda España, donde encontró un público nuevo, basto y fiel.

Meses después de su primer concierto de teatro, sin humo ni copas, Joaquín Sabina le escribió la canción “Por El Boulevard De Los Sueños Rotos”.

LA MUERTE ES HERMOSA Y ME QUIERE CON ELLA

El 15 de abril de 2012 presentó su álbum “Luna Grande”, disco homenaje a Federico García Lorca, en el Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México. Al final del show se despidió interpretando “La Llorona” y recitó:

“ Y así termina una historia que comenzó de la nada. Dame la mano, llorona, que vengo muy lastimada. Señora, dame la mano, que vengo mucho muy cansada...". En julio de 2012, a los 93 años de edad, viajó a España para presentar el álbum en el que sería su último concierto. El día 30 de ese mes fue internada en el hospital por problemas en el corazón, pulmones y riñones. Chavela no quiso ser intubada siguiendo su deseo de tener una muerte natural. Tras despedirse de España y de Federico García Lorca, volvió a México a morir.

” Yo sabía perfectamente bien cuáles eran los costos y, claro que valió la pena. Le dije adiós a Federico, les dije adiós a mis amigos y le dije adiós a España. Y ahora vengo a morir a mi país”, dijo en su regreso a México.

La leyenda se apagó el domingo 5 de agosto, y la noticia fue comunicada a través de un mensaje:

”Silencio, silencio: las amarguras volverán a ser amargas... se ha ido la gran dama Chavela Vargas.

Con más de 63 años de carrera y 80 discos de su voz fuerte y rota, dejó un legado incalculable para la música ranchera y para todo México. Su vida fue absolutamente desastrosa y a la vez extraordinaria. Formó lazos con personalidades como Picasso, Pablo Neruda, Carlos Fuentes, Carlos Monsivais, Agustín Lara, Alfonso Camín, Nicolás Guillén, Juan Carlos del Valle y Gabriel García Márquez (con quien se encontraba una vez al año para cenar sin importar en donde estaban).

Sus restos fueron velados el 6 de agosto en la Plaza de Garibaldi. Eugenia León, Tania Libertad y Lila Downs cantaron junto a un grupo de mariachis para todos sus seguidores. Como una vez Chavela se desplomó ante el cajón de José Alfredo, miles de personas se arrojaron sobre el de ella. La Chamana hizo su entrada, pero esta vez sin los brazos abiertos ni luciendo su poncho rojo.