SABINA 70 - DISCO 1
2019

- 01. LO NIEGO TODO
- 02. PRINCESA
- 03. PECES DE CIUDAD
- 04. 19 DÍAS Y 500 NOCHES
- 05. TIRAMISÚ DE LIMÓN
- 06. Y SIN EMBARGO
- 07. Y NOS DIERON LAS 10
- 08. PÁJAROS DE PORTUGAL
- 09. ASÍ ESTOY YO SIN TÍ
- 10. ESE NO SOY YO (Directo Luna Park)
- 11. DÓNDE HABITA EL OLVIDO
- 12. CALLE MELANCOLÍA
- 13. QUIÉN ME HA ROBADO EL MES DE ABRIL?
- 14. POR EL BOULEVAR DE LOS SUEÑOS ROTOS
- 15. CABALLO DE CARTÓN
- 16. PASTILLAS PARA NO SOÑAR
- 17. POBRE CRISTINA
- 18. NOS SOBRAN LOS MOTIVOS (DIRECTO)
3 PECES DE CIUDAD
Se peinaba a lo Garçon
la viajera que quiso enseñarme a besar
en la Gare d’Austerlitz.
Primavera de un amor
amarillo y frugal como el sol
del veranillo de San Martín.
Hay quien dice que fui yo
el primero en olvidar
cuando en un si bemol de Jacques Brel
conocí a Mademoiselle Amsterdam.
En la fatua Nueva York
da más sombra que los limoneros
la estatua de la libertad,
pero en Desolation Row
las sirenas de los petroleros
no dejan reír ni volar
y, en el coro de Babel,
desafina un español.
No hay más ley que la ley del tesoro
en las minas del rey Salomón.
Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis sueños va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un no te quiero querer.
Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad
que mordieron el anzuelo,
que bucean a ras del suelo,
que no merecen nadar.
El Dorado era un champú,
la virtud unos brazos en cruz,
el pecado una página web.
En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.
Cuando en vuelo regular
pisé el cielo de Madrid
me esperaba una recién casada
que no se acordaba de mí.
Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis venas va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un liguero de mujer.
Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad
que perdieron las agallas
en un banco de morralla,
en una playa sin mar.