Nahuel Pennisi

Bajan las nubes y regresan las heridas,
a la tierra quebrada de sequía,
y casi moribunda la semilla llorando,
de que han mutilado a su árbol que la vio nacer.

Sola ha quedado en el monte la semilla.
La esperanza que lucha por su vida,
el hombre con su hacha devastada a su paso,
todo y la semilla juega a hacerse raíz.

Duda porque no entiende,
esa crueldad del hombre actual,
que lo motiva a destruir,
hasta su propio hogar.

Ruega que crezca la semilla, que tenga compasión la vida,
y que perdone y que permita que una lluvia caiga y repare,
todo el inmenso dolor que,
que cubre con su mano ambiciosa,
que sólo pensó en su avaricia,
que no le importaba si mataba en el deporte a sangre fría.
Ruega a Dios que te pueda perdonar este sol.

Dicen que huyeron las aves en estampida.
Emigrando en busca de otras colinas,
la semilla la vio cuando volando surcaban,
todo el horizonte buscando sólo sobrevivir.

Triste la semilla le preguntó a la tierra,
si sabe si terminará esa guerra.
Si podrá algún día salir de esa trinchera,
y ver que su tallo corone de verdor la paz.

La vida es un motor,
que nunca deja de marchar,
y si el hombre se pierde aquí,
la vida seguirá.

Ruega que crezca la semilla, que tenga compasión la vida,
y que perdone y que permita que una lluvia caiga y repare,
todo el inmenso dolor que,
que cubre con su mano ambiciosa,
que sólo pensó en su avaricia,
que no le importaba si mataba en el deporte a sangre fría.
Ruega a Dios que te pueda perdonar este sol.