Artista

Los Chalchaleros

LA HISTORIA DE LOS CHALCHALEROS - DISCO 1

1973

1 SALUDO DE PRESENTACION

Yo quisiera decir que estamos muy divididos
nos divide el tiempo, que rige todas estas
transmisiones.
Yo quisiera, por ejemplo, que
Pelusa Franco Sosa, que es el primero
que nos abandona, el primero que elige
una carrera, que no es el canto, que
ustedes lo conozcan a través de lo que él
puede decirle, de lo que siente, hoy aquí
en Buenos Aires, en este Luna Park.
Pelusa Franco, para que ustedes lo conozcan
le tiembla la voz, porque además es más tímido
que no se qué.

Gracias
bueno, acá estoy, posiblemente es la primera
vez que el público de Buenos Aires, me ve a mí
como Chalchalero, en otra forma, sí.
Eh, en el momento de las grandes decisiones
en el año mil novecientos cincuenta, yo me alejé
del conjunto, para elegir mi camino, que sería
mi futuro, el de la ingeniería.
Dejé de cantar, pero siempre al lado de
Los Chalchaleros, y tal es así que en todos
momentos, en que pueda y que sea posible
estar con ustedes, voy a estar.
A costa de cualquier sacrificio, pero siempre
con ustedes, con el público que tanto
nos ha dado y con mis grandes amigos.

Bueno a Cocho, ustedes ya lo conocen
porque antes era él lengua ras del conjunto
que hable, lo que se le dé la gana.

Yo, por supuesto, emocionado, de poder
de nuevo estar frente a tan esquicito público,
este público que nos acompañó, desde nuestra
salida de Salta, cuando nos aventuramos en ese
camino, que nos resultaba tan lindo de poder hacer,
de transmitir la música de nuestra Provincia, de
nuestra tierra.
En esa sencillez de traer nada más, todo lo
que habíamos aprendido de tantos, que dejaron
y pasaron.
En el conjunto, pasaron muchas cosas, temas tan
lindos y momentos ingratos también.
Ingratos, le llamo, porque de aquel principio, de
cuatro amigos, de cuatro compañeros de caminos
de estudios, de quimeras y de esas fantasías que
tiene la niñez, de querer aprender algo en la guitarra
de poder golpear un bombo, y aprender letras
aprender cosas.
Estábamos, como decía en un principio cuatro amigos
saludos a Franco Sosa, el gordo Juan Carlos Saravia
y aquel otro amigo, que quedó en un camino, que
quedó en esa gran formación que tiene la vida, de
llevarnos, de traernos, ese cambio total y que se llamó
y se llama Aldo Saravia.

Bueno y lo hemos dejado para postre, para presentarlo
al hombre que le dio la forma al conjunto, al hombre
que con el látigo nos hizo atender todas las razones de
orden, es el Chango Saravia Toledo, que era profesor
del colegio y por lo tanto, le decíamos el Dire, que
también quiero que ustedes lo conozcan y lo oigan
integrando el conjunto.

Bueno, realmente me han presentado como un domador
en este caso, no de fieras sino de fieros, porque inclusive
me domaba yo, al domarlos a estos tres compañeros
parecidos que tengo a mi diestra y siniestra.
En realidad, un capricho y un juguete fue esta cuestión
de Los Chalchaleros, que ahora ha trascendido hasta más
allá de nuestra América.
La verdad, que cuando yo entré de domador, como dice
Juan Carlos, hacíamos un juego de chicos, cantando para
la gente entre familia y para pasar el rato como un solaz
de esparcimiento, común de la edad.
Nunca, jamás, se nos había ocurrido o habíamos pensado
que este hacer tan sencillo, que trasuntaba una forma de
expresión o una trayectoria folklórica, de nuestro medio
Salta, hubiese tenido en el futuro una trascendencia tan
formidable como lo fue este canto, tan sencillo, liso y llano
que trajimos Los Chalchaleros, aquí a Buenos Aires, por
primera vez, a radio Belgrano, en abril de mil novecientos
cincuenta y tres y que tuve el honor de dirigir, hasta pocos
años después.
No quiero a ustedes cansarlos con nada de esto, pero los
voy a hacer recordar acá, a estos compañeros que me han
sacado de Salta, de mi tranquila Salta, disparando en el
avión, que llegamos ayer, para presentarnos a improvisar
aquí, una nota, que ustedes a lo mejor creerán, que va a ser
brillante por nuestro canto.
Nada de eso, únicamente les vamos a dejar el recuerdo de
nuestra magra estampa, como decía Don Quijote de La Mancha.
Trataremos de acompañar en algo el canto a los que saben
porque ya no es nuestra función, nuestra actividad, cantar.
Admiramos el canto, me sigue gustando el canto y me encanta
el canto, pero no tengo la suerte de podérselos brindar como en
esa oportunidad cuando yo vine en el año mil novecientos
cincuenta y tres, a esta hermosa Capital del Sur, Buenos Aires.
Y los voy a hacer recordar, en mis dedos malos para la guitarra
y en mi voz peor, algunas canciones que en esa época
jugueteábamos con franco, con Juan Carlos y con el divino Cocho.

Bueno, como decía el Chango, esto no está ensayado bajo ningún
punto de vista, por eso, de vez en cuando nos reímos.
Cuando cantamos los cuatro, cantamos entre otras canciones, una
vieja tonada popular, Yo vendo unos ojos negros.
¿Les parece?, muy bien.