Pappo

-Papi, papi, ahí hay un ratón gigante.
-Oh, no lo creo, hijo mío.
-Sí, papi, fíjate.
-A ver, déjame ver, yo te enseñaré cómo se cazan esos malditos ratones.
-Cuidado, papi, es un ratón muy grande.
-No te hagas problema, hijo mío. ¿Dónde está?
-Atrás de la puerta, papi.
-A ver... ¿Dónde estás? Mmm, por acá parece estar. ¡Oh! Por las garras de mi abuelo, que jamás había visto un ratón de semejante tamaño.

Ella me quiere, ella me ama,
pero me castra como aquel gato
que, sin saberlo, se entregó a su dama, eh, hey.

Aquel elástico le fue puesto,
las dulces manos de aquella dama,
que no te ocurra lo de aquel gato,
perdió su sexo en aquella cama, hey.

De ahora en más salvaré mi alama,
me alejaré de toda calma.
De ahora en más seré infiel,
y mataremos al traidor.

Ella me quiere, ella me ama,
pero me castra como aquel gato
que, sin saberlo, se entregó a su dama, eh, eh, hey.

De ahora en más salvaré mi alama,
me alejaré de toda calma.
Seré infiel, no dependeré,
mataremos al traidor.

“Ey, te lo dije, no te acerques a ella.
Tú juegas, no te das cuenta, te pusieron el elástico,
te secaron las bolas, seguiste jugando,
se te cayeron los huevos y, ¿Ahora qué?
Eres un gato frustrado. Solamente eres un gato castrado”.